lunes, agosto 03, 2020

SÁLVESE QUIEN PUEDA


Me lleno de indignación al ver vídeos que muestran a cientos de personas haciendo colas en Venezuela para adquirir comida o medicina. Según una fémina presente, de esas que algunos llaman “sin-oficio”, afirma que se trata de "colas sabrosas”. Desconozco si lo dice porque las fulanas colas le ofrecen la ocasión de saborear chistes y chismes o de disfrutar la casi segura tángana en las que terminan a menudo todas ellas y que provocan los más “arrechitos” porque son más “vivos” o porque hay que defenderse de estos.

En Venezuela hay que hacer cola para todo: para comprar comida, medicinas, o cualquier artículo de primera necesidad; para realizar trámites de diversa índole, por más simples que fueran; para pagar facturas, para hacer algún trámite bancario, para abordar una “camionetica” o un autobús… Y no se diga de las monumentales colas, de horas de duración, que se forman en las estaciones de servicio para comprar gasolina. Desde hace muchos años las infames colas entraron a formar parte de la vida cotidiana de los venezolanos.

Es lamentable ver a tanta buena gente que, pasiva y obedientemente, se deja marcar un número en el brazo, como si de un “certificado de buena conducta” se tratara; tener que asistir a ese vergonzoso, denigrante y consuetudinario acto de “humildad” representa una afrenta contra la libertad y dignidad de las personas. Igual enfado produce ver las turbas iracundas corriendo, empujándose, golpeándose, maltratándose de diversas formas para llegar hasta una meta: esto es, para alcanzar antes que nadie un transporte que vende alguna mercancía desaparecida o de difícil adquisición o, incluso, llegar hasta un transporte averiado en la vía pública para saquearlo y hacerse de su contenido. ¿Y de las embarazadas, de los viejitos y de los minusválidos quién se hace cargo?

¿Cómo no advertir en esas situaciones de indefensión la humillación más pura y dura y una siniestra presión para someter a la población a una dependencia casi absoluta a los caprichos del Estado? ¿Cómo no descubrir en estas lamentables imágenes las prácticas más humillantes y aberrantes para un ser humano, que le marcarán el corazón para toda la vida?

Pero ahora resulta que desde hace algún tiempo las necesarias colas son criticadas, “prohibidas” y hasta castigadas por los seudolíderes del régimen que las provocaron, me imagino que porque ellos habrán advertido que ya la gente comenzó a “disfrutarlas”. Definitivamente, como dijo la desquiciada aquélla, las colas se han vuelto “sabrosas” y el régimen no puede aceptar que el pueblo “disfrute” de “felicidad” alguna, como no sea la que ellos implantaron, el mal llamado “mar de la felicidad”.

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Siempre me he preguntado cuál será la chispa que enciende conductas sociópatas en gente habitualmente normal y cuál el mecanismo que sostiene y amplifica esos comportamientos inadecuados.

Según Abraham Maslow, en términos generales, no puede darse la armonía, ni la amistad, ni es posible practicar la verdadera solidaridad cuando se vive bajo el signo de la precariedad total. Cuando las personas enfrentan un peligro inminente, donde se juegan la vida (caso por ejemplo del zozobrado buque Titanic), de seguro encontraremos allí una minoría humanitaria, filantrópica, que se abocaría a asistir (a salvar) primero a mujeres, niños y discapacitados, ayudándoles o cediéndoles su puesto en las botes salvavidas. Pero no todos procederán de esa manera; la gran mayoría, por lo general agresiva y amotinada (por no decir alocada y fuera de sí), intentará por todos los medios de salvar su propio pellejo, alcanzando un puesto seguro en los botes.

A un amigo muy querido, consultor empresarial, le escuché decir en cierta oportunidad que por “ley de supervivencia”, un individuo que cae al mar por ejemplo, en general buscará desesperada y “egoístamente” la manera de salvarse él. En la mayoría de los casos, esa desesperación le hará “olvidar” por completo no sólo al “prójimo”, sino cualesquiera otras necesidades perentorias, ya que su prioridad será salvar la propia vida. Fíjense -decía él- en Gandhi: la altura de ser que logró ayudando a su país y a la comunidad a la que pertenecía e, incluso, trascendiendo ésta. Pues bien, a ése, Maslow lo colocaría en la cúspide de su pirámide de necesidades. Pero imagínense por un momento a esa eminente figura universal en alta mar, sin equipo salvavidas, sin medios para socorrerse, y verán lo que hace... ¡Casi con seguridad se comportará como lo haría cualquier mortal que estuviera en su lugar! Y de la franja superior que ocupaba en la cumbre de la pirámide, de un tirón se ubicará en la base de la misma, es decir, en la veta biológica y vital, donde se sitúan los instintos básicos de conservación de cualquier animal. O tal vez no, si se impusieran contra todo pronóstico, sus principios y valores morales. No digo nada fuera de lo común: el ambiente y los fenómenos no controlables condicionan definitivamente la actuación de las personas por miedo.

Venezuela vive una crisis de tal magnitud que puede compararse al naufragio de un navío. Cual inmenso iceberg (lo peor es que, tal vez, el 95%, esté sumergido, oculto, y no logramos distinguirlo ni controlarlo), el régimen imperante desde hace 20 años ha provocado el hundimiento lento, progresivo pero seguro, de toda esa mole física, moral, humana e institucional que se llama Venezuela. Algunos de sus habitantes, los “pasajeros” de ese país, muchas veces se ven forzados a luchar por sus vidas agrediendo y arrollando, si fuere necesario, a sus compañeros de viaje. Esa es la dolorosa estampa que se me ocurre representar para intentar describir tanta barbarie, no sólo la que genera la archiconocida delincuencia desbordada, sino la que se observa a diario en las “sabrosas” colas que la gente debe hacer para surtirse de algún producto o realizar un servicio. El grito de guerra general es, pues, “sálvese quien pueda”.

Bajo esas condiciones, hasta la gente más cuerda y pacífica se puede convertir en una máquina violenta de zaherir a sus congéneres. Sin disminuir la responsabilidad individual de cada uno, habría que señalar como responsable de esa expresión negativa y generalizada, al propio régimen. El fondo político, económico, legislativo, social… que hoy se vive en Venezuela tiene tintes diabólicos. Nada se salva de esa maligna influencia que ya se ha vuelto “estructural”.

La propuesta del sociólogo y matemático noruego Johan Galtung (1930), sitúa en la “violencia estructural” la raíz de las diversas formas de violencia directa, ya fueran de orientación política, interpersonal o familiar. Para Galtung (uno de los fundadores de la investigación sobre la paz y los conflictos sociales, 1964), son las estructuras sociopolíticas y económicas como la represión, la marginación o la pobreza las que explican las distintas formas de violencia.

Para nuestro siempre bien recordado san Juan Pablo II, la “miseria” y el “subdesarrollo” son equivalentes a “tristeza” y “angustia” (Sollicitudo rei socialis, 6; 1987). La Doctrina Social de la Iglesia afirma que la violencia social es, por lo general, responsable de unas “condiciones humanas indignas”, son fuente segura de conflictos graves.

Destacados sociólogos y psicólogos sociales han demostrado que cuando un grupo de personas entra en “interacción” el resultado no puede entenderse analizando por separado sus conductas individuales; es preciso acudir al análisis de la "psicología de la masa”. Se denomina “masa” a un revoltijo humano donde LA PERSONA pierde su identidad, pasando a ser simplemente materia prima del “alma colectiva”: puro sentimiento, acción y emotividad. 

El término, además de designar a la “chusma” enaltecida (por ejemplo, alimentando falazmente su ego con expresiones como “el pueblo no se equivoca-Chávez dixit-), sirve como instrumento para describir buena parte de los fenómenos sociológicos como el comportamiento de las turbas y otros fenómenos similares, como los acaecidos en Venezuela en diversos momentos, y los que sufren algunas ciudades de España a raíz de la puesta en prisión de un conocido rapero antisistema.

La “Psicología de las masas” sintetiza una visión de la “masa” como el lugar en el que se funden por contagio las mentes individuales, engendrándose una unidad mental que hace perder a cada uno su individualidad. Todos pasan a tener las mismas emociones (Gustave Le Bon, 1841-1931). Bajo esas condiciones la masa, además, puede ser “inducida” a conducirse irracionalmente, en su forma “no-lógica” (Vilfredo Pareto, 1848-1923).

Para el francés Le Bon (“Psicología de las multitudes”, 1895), el individuo dentro de la masa carece de voluntad y el control personal de los instintos primarios desaparece, por lo que las masas pasan a ser irracionales, emotivas, extremas, instantáneas, irritables, volubles e irresponsables. 

Pero hay otro aspecto importante que señalar: ¿A quién hay que responsabilizar de que un pueblo, otrora, noble y pacífico haya llegado a estos extremos? ¿Quién es, a fin de cuentas, el responsable de tales catástrofes inhumanas? ¿No le corresponde al Estado (sus gobernantes con nombres y apellidos) atender a la población, preocuparse y ocuparse de la calidad de vida de la gente y de construir un “estado de bienestar mínimo" e, incluso, de mejorarlo?   

¿Pero cómo logar esto si, en cambio, uno se encuentra con una estructura de Estado (lo repito nuevamente: son personas con nombres y apellidos) volcada a promover la ilegalidad, la violencia y el desorden en todos los sentidos? ¿Cómo lograr un mediano estado de bienestar si los llamados a facilitar y estimular el emprendimiento empresarial, la generación de riqueza y empleo y la seguridad ciudadana e institucional a todos los niveles, se dedican a atacar a los que no piensan como ellos o a implementar casi a diario “un nuevo plan” basado en cuanta ocurrencia se les vino a la cabeza la noche anterior?

¿A quién le incumbe mejorar y vigilar los servicios públicos tales como la sanidad, la educación, los servicios de ayuda a las familias como las guarderías, las escuelas de preescolar e infancia hasta la universidad, los servicios para las personas ancianas y los discapacitados, los servicios sociales de todo tipo, la vivienda de interés social y otros servicios para las personas, todos ellos orientados a mejorar el bienestar de la población y la calidad de vida de sus ciudadanos y residentes? ¿Quién se hace responsable de ser el causante de que millones de ciudadanos sean empujados a emigrar no sólo a otras latitudes buscando nuevos horizontes, sino también forzados a emigrar -como dijo cierta vez san Juan Pablo II- “psicológicamente”, esto es, aislándose socialmente para no ser afectados a manos de la criminalidad o de los efectos perversos del gobierno?

Hay un elemento que confirma la sospecha de que la situación con este régimen no sólo no va a mejorar, sino que seguirá en declive y es el hecho de que no se publican cifras ni estadísticas del país, y en cambio, se presentan cifras falsas o manipuladas, lo que denota que los responsables ni siquiera desean asumir medianamente los resultados de su gestión.

Aun así, no perdemos la esperanza de que los de mi generación veamos relanzado el país nuevamente hacia un mañana luminoso; a ver si, desde ya, somos capaces de transformar el “sálvese quien pueda” en “salve a quien pueda”.

 


domingo, agosto 02, 2020

PARA QUÉ SIRVE LA IGLESIA


      Está circulando en las redes sociales un fotomontaje del Papa y de un niño famélico, desnutrido, en brazos de su madre, titulado «¿Para qué sirve la Iglesia?». Está de más decir que se trata de un mensaje depravado, miserable y absolutamente ruin e ignorante. Todo ello por varias razones. Me explico.

1.     Desconocemos si la persona que creó el fotomontaje es católica; lo mismo afirmo para cada una de las personas que de manera maliciosa o de buena fe compartieron el mensaje. Pero aprovecho para recordarle a unos y otros que la Iglesia no es una persona, sino una comunidad de creyentes, en cuya cabeza está su fundador: Jesucristo. Así pues, la Iglesia no es el Papa, ni los Obispos, ni los sacerdotes, ni un edificio, ni… La Iglesia es muchísimo más. "Iglesia" es una palabra que deriva de un vocablo griego que significa «convocación» y designa "la asamblea del pueblo". El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que «Iglesia» designa «asamblea litúrgica» (la que da culto a Dios), y también «comunidad local» o toda la «comunidad universal de los creyentes» (cf. CEC, 752).

2.     Así clarificado el concepto de Iglesia, y suponiendo que quienes se involucraron en la creación y distribución del malicioso fotograma son personas bautizadas (aunque estén alejadas de ella), estoy en condiciones de afirmar que también son Iglesia. No olvidar el dicho popular: el que escupe al cielo le cae la saliva en la cara.

3.     Os voy a ilustrar brevemente con unas pocas realidades, para que conozcáis algo sobre vuestra Iglesia.

a.     En una población mundial de 7.408 millones, los católicos bautizados son 1.313 millones (17,7%).

b.     En el campo de la instrucción y la educación, la Iglesia administra en el mundo 72.826 escuelas infantiles frecuentadas por 7.313.370 alumnos; 96.573 escuelas primarias con 35.125.124 alumnos; 47.862 institutos de secundaria con 19.956.347 alumnos. Además sigue a 2.509.457 alumnos de escuelas superiores y 3.049.548 estudiantes universitarios.

c.      Los institutos de beneficencia y asistencia administrados en el mundo por la Iglesia engloban: 5.287 hospitales; 15.937 dispensarios; 610 leproserías; 15.722 casas para ancianos, enfermos crónicos y discapacitados; 9.552 orfanatos; 11.758 guarderías; 13.897 consultorios matrimoniales; 3.506 centros de educación o reeducación social y 35.746 instituciones de otros tipos.

d.     Hay también un total de 2.659 estaciones misioneras alrededor del mundo con sacerdotes residentes.

e.     El número de laicos misioneros en el mundo es de 355.800 y el número de catequistas es de  3.120.321.

Podría seguir con muchos más datos. Pero creo que estas cifras fundamentales de la Santa Madre Iglesia Católica son suficientes. Sólo me resta haceros unas sencillas preguntas: ¿Qué hacéis vosotros por los pobres? ¿A cuántos necesitados mantenéis o habéis dado de comer, beber, proporcionado vestido, visitado cuando estuvieron enfermos o presos y enterrado si murieron?

 Por justicia, estáis obligados a retractaros frente a quienes habéis envenenado con vuestro mensaje.

Podemos entender vuestro desliz ya que nadie está exento de manifestar ignorancias o afirmar estupideces, sin embargo, lo malo es enfatizarlas o vociferarlas, como lo habéis hecho vosotros.


DEMOCRACIA SOCIAL Y PARTICIPATIVA


La actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en diciembre de 1999, manifiesta en su exposición de motivos que con ella el Estado intenta “crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una democracia social y participativa”. Veinte años después, estamos en condiciones de sobra para realizar una evaluación serena de lo que hoy se ha convertido el país, máxime tomando en cuenta que el régimen que lo propuso y refrendó no ha cambiado durante estas dos décadas. Democracia, social y participativa son las palabras claves que los legisladores emplean como eje fundamental para construir el “nuevo Estado”.  Veamos sucintamente si son importantes.

 

«Democracia»: Es el “sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”.

«Social»: Marca lo relativo a la sociedad humana. Una segunda acepción se refiere a lo que “repercute beneficiosamente en toda la sociedad o en algún grupo social”. Toda Democracia es social o no lo es.

«Participativa»: A nuestro modo de ver, esta palabra, como lo “social” constituye nuevamente una redundancia del concepto de Democracia. ¿Puede haber una democracia que no sea social o que impida la participación del ciudadano o ambas simultáneamente? Entonces saque usted mismo la conclusión. Conociendo, pues, la situación de la Venezuela que han construido los actuales gobernantes, se pregunta: ¿Es soberano el pueblo venezolano? ¿Puede elegir libremente a sus gobernantes? ¿Existe un Estado de Derecho? ¿Se hace verdadera política en Venezuela o toda decisión es producto del estado de ánimo de sus dirigentes? ¡Pues eso!

 

Leyendo las primeras líneas de la Carta Magna pronto se intuyen las mentiras y trampas contenidas en cada uno de los nueve títulos, sus capítulos y sus artículos. No es necesario titularse de politólogo o doctor en derecho para descubrir las verdaderas intenciones que albergaban quienes redactaron la Ley Suprema de Venezuela. ¡Sólo paja y humo! Detrás del telón de palabras y frases bonitas se evidencia ideología pura y dura. No obstante, para los más escépticos, suponiendo que lo dicho no convence, pues entonces apelo a las siguientes evidencias que no se pueden ocultar; esto es, a lo incontestable que esa “ingeniería social” al que ha estado sometido disimuladamente todo el país durante estos años.

 

¿Cuáles son esas evidencias? Veremos en lo que se ha convertido el tan ansiado “viaje” en pos del “mar de la felicidad” prometido por el régimen “socialista” que nació en 1999, y sugerido por los resabiados asesores españoles y cubanos. Abusaría de mis caras amistades si las enumerase todas; baste sólo destacar algunas:

 

1.     Actualmente, los Poderes Públicos Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral se encuentran secuestrados por el dictador que preside el Poder Ejecutivo. Allá se hace lo que manda el dictador. Para los recién llegados, conviene advertir que esto no ha sido cosa de un día para otro: más bien de un proceso gradual, lento y muy bien estructurado. La “metáfora de la rana hervida” sirve de ejemplo para explicar el exitoso “fagocitamiento” progresivo que concentró en el Ejecutivo TODOS los demás poderes, circunstancia que encontró en la mayoría del pueblo una pasividad enfermiza. Adicionalmente corresponde recordar que, aunque la actual Constitución fue hecha a la medida del régimen liberticida del momento, lo fue como “medio de transición”. Pasados 20 años, se hizo necesario migrar hacia una “nueva” Constitución, mucho más blindada, la cual se está cocinando desde 2017, a pesar del claro rechazo de la oposición a la convocatoria que hizo Nicolás Maduro a una nueva Asamblea Nacional Constituyente, sin consultar al pueblo venezolano, de acuerdo a lo establecido en la Constitución vigente.

 

2.     La situación actual del país ha llegado a niveles insostenibles debido a una mega crisis generalizada que abarca lo económico, social, institucional y político desde sus mismas raíces. TODO, absolutamente todo, está corroído por el cáncer socialista que ya está bien sumergido en el comunismo más riguroso y cruel. ¿No fue el mismo creador del marxismo quien aseguró que el socialismo es el primer escalón hacia el comunismo? Pues sí, Carl Marx dixit. Tarde se ha dado cuenta el pueblo venezolano de la gran mentira en que han caído y por lo que se ve ya no hay libre apoyo al régimen, salvo el que ofrecen los que se benefician de él. Las Fuerzas Armadas se encargan de mantener ese estado de cosas y el gobierno emplea todo tipo de medios para controlar la conducta del venezolano, entre ellos, ser reconocido como el supremo benefactor que procura alimento, ofrece salud, empleo, educación, protección vital, y servicios básicos como electricidad, aseo, agua, telefonía, radio, televisión, ocio y tiempo libre, etc. sólo para los que lo apoyan. Ahora mismo, DirecTv ha cesado sus transmisiones y abandona el territorio nacional.

 

3.     Las estrategias fundamentales para someter a los ciudadanos y alcanzar el control de sus vidas se resumen en esto:

 

-1) Destruir la autoestima de las personas: Para qué esforzarse -piensan muchos- si haciendo nada alcanzaré lo mismo que el que estudia, trabaja, se sacrifica, etc. Muchos recordarán que, desde los mismos inicios, el régimen regaló pisos, casas, todoterrenos, electrodomésticos, bolsas de alimentos y bebidas alcohólicas a los que acudían a las concentraciones rojas y dinero a los que apaleaban a la oposición.

 

-2) Ideologizar desde temprana edad: Los niños que nacieron con el actual régimen ahora tienen 20 años. Adivine qué tienen hoy esas personas en sus cabezas. ¿Le parece familiar el denominado “pensamiento único” y el “apoyo ciego”?

 

-3) Culpar a terceros: Si el ciudadano se percata de que algo lo perjudica o va mal, la culpa es del “imperio”, o de la oposición, o de los “escuálidos” de la clase media y rica…

 

-4) Señalar y denigrar al opositor: Quien critique al gobierno o a sus instituciones es un traidor a la patria, y como tal, debe de ser perseguido, sometido él y sus familias, encarcelado y “reeducado”. Se trata de una reeducación es “muy especial”, ya que por lo general supera con creces la suma de los años que empleamos para cursar primaria, secundaria y universidad. Si se trata de un ciudadano impoluto, todavía existen otros medios para someterlo: sembrarle drogas, armas o acusarlo falsamente de algún delito, sobre todo de terrorismo. Por supuesto, los que hemos emigrado, rechazando públicamente el régimen de matones caemos en esta infame categoría y, por lo tanto, no tenemos derecho a pensiones, ni a renovación de pasaportes, ni...

 

-5) Sembrar terror: Cuando se persigue a algún individuo enemigo del régimen, se debe hacer lo posible por amedrentar a familiares, amigos y vecinos. Para ello se emplea una fuerza desmedida a través de los numerosos cuerpos de seguridad (los anotaré en minúscula por mi rechazo hacia ellos): policías del estado, servicios de inteligencia y prevención, seguridad nacional, fuerzas de acciones especiales, guardia del pueblo, policía metropolitana, operación liberación del pueblo, plan bratton (¿?), policía migratoria, policía nacional bolivariana, universidad nacional experimental de la seguridad, armadillos (vehículos blindados), cuerpo de alguacilazgo, cuerpo de investigaciones científicas, penales y criminalísticas, y un largo etc.

 

-6) Emular al opositor: Si la oposición organiza una manifestación, el régimen azuza la suya, asegurándose de que coincida día y hora y, si es posible, infiltrará sus partidarios en ambas concentraciones para iniciar las provocaciones de rigor. Por supuesto, estos colectivos son pagados con dineros del Estado que, por cierto, alguna ministra se atrevió a decir que ese dinero no era de nadie (¡!). Mientras tanto, otros agentes del gobierno, de manera furtiva, hacen fotos y vídeos de los asistentes.

 

-7) Estimular el envío de remesas de dinero que los emigrantes realizan a favor de sus familiares que no han podido salir. En efecto, se estima que para este año, 2020, esas remesas totalicen unos 6 mil millones de dólares, nada menos que el 6% del PIB de la nación (en 2019 fue de 3,5%, unos 4 mil millones de dólares, una media de 150 US$/mes /habitante). La inflación en Venezuela alcanzó el año pasado 7.500% (para que usted compare, la de España fue de 0,79%). No, no es error de coma, en Venezuela fue así como lo leyó: ¡siete mil quinientos por ciento! Gracias al régimen, los venezolanos deben pagar los bienes y servicios, incluyendo los de primera necesidad, 3, 4 o 5 veces más el precio que pagamos en Europa.

 

-8) La nefasta situación en Venezuela ha traído como consecuencia que millones de venezolanos hayan salido de su patria. Según datos de ACNUR (2019), más de 4,7 millones de venezolanos refugiados y migrantes recorren el mundo huyendo del infierno en que el régimen ha convertido uno de los países más ricos del planeta. De ellos, 760 mil son solicitantes de asilo político. Más de 2 millones viven bajo otras formas legales de estadía en países de Latinoamérica. Piénsese que entre 1948 y 1961 Venezuela recibió unos 920 inmigrantes, principalmente españoles, italianos y portugueses. Pregunta: ¿Están equivocados los casi 5 millones de personas que han podido salir? 

 

Este es el resultado de la exquisita “política” aplicada en un país que se creía inmune a las garras del marxismo y cuyos gobernantes se han declarado abiertamente social-comunistas. La vida del pueblo dentro de un régimen tal se convierte en una especie de “faena” en un coso taurino. En apariencia, sólo en apariencia, todo es fiesta y jolgorio (algo así como la que imponía la estrategia romana imperialista “panem et circenses” (“pan y circo”), para mantener tranquila y abobada a la población. Pero internamente no es tal cosa, sino el más desalmado desprecio al pueblo. ¿No dijo aquel que fue asesor de lujo del régimen durante varios años que “nos conviene la crispación”? Conozco también otras perlas de algunos otros genios “asesores” de aquella manada de forajidos, pero no las traeré para no abusar de mis lectores. Amigo, “a mí que no me vengan con cuentos, que yo sé historias”. Pues eso.

 

Resumiendo: ¿Qué gana el espectador? ¡Nada! ¿Qué pierde? ¡TODO! Quien se crea que a él no lo cogerá el toro, que se asegure bien detrás de las defensas pero que se prepare por si aparece alguna sorpresita, porque algunas veces la fiera es capaz de saltar las barreras y logra embestir a quienes están detrás del callejón y burladeros del coso, e incluso es capaz de alcanzar a los confiados e “inocentones” en las mismas gradas.