domingo, febrero 13, 2022

 

BIENAVENTURADOS LOS POBRES


 

   El evangelio de este domingo pertenece al llamado “Sermón de la llanura”. En él, el evangelista Lucas realiza una estructura simétrica en la que enuncia cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones. Las bienaventuranzas son:

   Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

   Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

   Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

   Bienaventurados cuando os odien, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.

 

Las maldiciones:

   ¡Ay de vosotros, los ricos…!

   ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados…!

   ¡Ay de vosotros, los que ahora reís…!

   ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros…!

 

   Está claro que las Bienaventuranzas constituyen el tema más debatido del Evangelio, en especial la primera: «Bienaventurados los pobres»; y la segunda: «Bienaventurados los que ahora tenéis hambre» (Lucas 6, 20-21). Si en el lenguaje bíblico «bienaventurados» significa lo mismo que «felices», y se nos ha enseñado que Dios quiere que seamos felices, entonces, ¿Cómo es que Jesús proclama la pobreza como un estado para ser felices? La verdad es que las Bienaventuranzas sobrepasan toda lógica humana. Cualquier intento de aclararlas racionalmente está abocado al fracaso. Sin experiencia profunda de lo humano, las Bienaventuranzas son un sarcasmo. Ni el sentido común ni el instinto pueden aceptarlas.

 

   Hoy estamos en condiciones de afirmar que la interpretación literal no tiene ni pies ni cabeza. El colmo del cinismo llegó cuando en el pasado se intentó convencer al pobre de que aguantara estoicamente su pobreza, incluso diera gracias a Dios por ella, porque se lo iba a pagar con creces en el más allá. A nadie se le ocurriría decir al que lleva dos días sin comer: ¡Qué suerte tienes! Debías estar feliz y contento. Sería como dar a entender que Dios está encantado de que la gente sufra. Es absurdo.

 

   No tenemos ni idea de cómo las formuló originalmente Jesús, por eso se hace necesario realizar un estudio, confrontando estos versículos con los que recoge Mateo (5, 1-12), que narra nueve, pero además, añade un matiz que trata en parte de explicar ya la dificultad para entenderlas. Dice Mateo: «Bienaventurados los pobres EN EL ESPÍRITU». También se hace necesario analizar este sermón de Jesús a la luz de textos del Antiguo Testamento. ¿Cuál es, pues, el criterio de Jesús para llamar “bienaventurados” a unos, y “malditos” a otros? la respuesta la encontraríamos con claridad en la Primera Lectura, que corresponde al profeta Jeremías (Jeremías 17, 5-8):

   «Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza».

   «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor».  

 

   Descubiertas todas estas dificultades, yo haría una formulación distinta: Bienaventurado el pobre, si no permite que su “pobreza” le atenace. Bienaventurado el rico, si no se deja dominar por su “riqueza”. No sabría decir qué es más difícil. En ningún momento debemos olvidar los dos aspectos. Ser dichoso, feliz, bienaventurado, es ser libre de toda atadura que te impida desplegar tu humanidad. Se proclama dichoso al pobre, no la pobreza. Se declara nefasta la riqueza, no al rico. Tanto la pobreza como la riqueza son malas si nos impiden “ser”, es decir, si desfiguran nuestra dignidad y la del nuestro prójimo. Me imagino que el pobre es dichoso, no por serlo, sino por no causar pobreza a los demás.

 

   Llevamos más de dos mil años intentando armonizar cristianismo y riqueza, salvación y poder. A menudo pensamos que nadie se debe sentir responsable de los que mueren de hambre. Vivimos en el hedonismo e insensibilidad más absoluta y a muchos no les preocupa la suerte de los que no tienen un pedazo de pan para evitar la muerte. Jesús lo que quiere decirnos es que, si tal injusticia acarrea muerte, alguien tiene la culpa.

 

   Las bienaventuranzas ni hacen referencia a un estado material, ni preconizan una revancha futura de los oprimidos, ni pueden usarse como tranquilizante con la promesa de una vida mejor para el más allá. Las bienaventuranzas quieren expresar, que, aún en las peores circunstancias que podamos imaginar, las posibilidades de ser plenamente humanos en plenitud, no nos las puede arrebatar nadie.  

 

   Nunca me ha gustado la interpretación parcial de aquéllos que atacan (y, además, impúdicamente) al que dispone de bienes por encima del estándar de la clase media, como lo hacen los comunistas y sus tontos útiles. En especial, rechazo el ataque contra los que ponen a producir sus riquezas y crean empleo y bienestar a muchas personas.

 

   Las bienaventuranzas presuponen una actitud vital escatológica, es decir, una experiencia del Reino de Dios, que es Dios mismo como fundamento de mi ser. El primer paso hacia esa actitud es el superar el egoísmo que nos lleva al individualismo, en círculos concéntricos cada vez más amplios, comenzando por nuestro núcleo familiar.

 

   Con todo, pensamos que también habría que incluir como bienaventurados a aquéllos que disponen de una inmensa riqueza interior y la comparten. Uno de los mejores ejemplos es el del australiano Nick Vujicic, dotado de una enorme resiliencia, con la cual pudo desarrollar una colosal personalidad:

https://youtu.be/bSGJst9mc40

 

 

 

 

 

domingo, octubre 31, 2021

DÍA DE LOS GRANDES AMADORES


    Cada 1º de noviembre celebramos la Solemnidad de Todos los Santos. Cuando acabé de escribir la línea anterior, pensé que hoy, junto con los Santos, tendríamos que festejar a Dios, el Santo de los santos. Sí, Aquél que hace posible la santidad y que envuelve a todos, vivos y muertos, con un “manto” (escatología) invisible, misterioso y sobrenatural. Ese manto de Gracia hace posible la “Comunión de los Santos”.

     ¿Quiénes son los santos? Como hemos titulado esta reflexión, los santos han sido hombres, varones y mujeres, “grandes amadores” por excelencia, es decir, los que amaron con locura, sin medida; los que se identificaron con las Bienaventuranzas de Cristo (cf. Mateo 5, 1-12) y con el samaritano del Evangelio (Lucas 10, 25-37). Son aquellos que mantuvieron en su sagrario interior, en sus corazones, el sagrado primer Mandamiento de la Ley de Dios y lo hicieron lema de su vida. El suyo ha sido un amor tan grande, que desbordó hacia el prójimo, cual río crecido de cristalinas aguas.

     Para muchos, los santos son seres inalcanzables, igual que sus imágenes colocadas frecuentemente en las peanas elevadas en las paredes de los templos, hecho que algunos interpretarán erróneamente como si el santo les dijese: “yo aquí, arriba; tú allá, abajo”. Sin embargo, es Cristo mismo que nos invita a la santidad cuando expresa en el Evangelio: «Sed santos como vuestro Padre celestial es Santo» (Mt 5, 48)

     A lo largo del año los católicos celebramos la memoria de algunos santos, cuya fecha es elegida generalmente con el día de su muerte, su alborada en el más allá. La Iglesia afirma que los santos son los que probadamente han vivido las virtudes de fe, esperanza y caridad en grado heroico y por ello los propone como modelos de vida. Un sacerdote ha escrito acertadamente que los santos son “Amigos fuertes del buen Dios” (P. Rubén Carrasco en “Padre nuestro” 1-11-2020). Y un conocido obispo afirma: “La fiesta de los Santos es la fiesta de los cristianos, por cuanto nos coloca en la contemplación de la meta a la que todos estamos llamados y que todos debemos esforzarnos en vivir desde ya”. Y nos advierte: “Quien llega a la meta final no estará jamás exento de una vida cotidiana marcada por el esfuerzo y la lucha. Será el caminar de quien emprende día a día el reto de su vida con el deseo de dar siempre lo mejor de sí…” (Monseñor Ramón Viloria, “Sólo seremos santos eternamente si lo somos ya ahora”, 1-11-2020).

     Consecuentemente, hay en el Cielo miles de millones de santos, al lado de Dios, que en su vida terrenal se desempeñaron como sacerdotes, médicos, enfermeras, religiosos, misioneros, empresarios, abuelos, niños, jóvenes, padres y madres de familia (tal vez algunos de nuestros familiares y conocidos), que han hecho de su vida, a partir de la conversión de corazón, una entrega total al Padre celestial y un generoso ministerio (que significa servicio a los demás) por amor a Dios.

     Lo cierto es que con esta única celebración la Iglesia nos quiere decir que esa, y no otra, es nuestra META. Y si así lo hacemos, cuando Dios nos llame, podremos contarnos entre los que hoy admiramos y celebramos con alegría y agradecimiento cada 1º de noviembre.

PARA LOS NIÑOS: https://youtu.be/e2hnZcZPWj0


    ¡Veni, Lumen cordium!

lunes, octubre 11, 2021

 

EL GESTO DEL PAPA FRANCISCO

 

  

Recientemente, con motivo del 200 aniversario de la Independencia de México, el Papa Francisco, a través de una carta leída por el cardenal Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey y presidente del Episcopado Mexicano, ofreció disculpas al pueblo mexicano «por todos los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización».

     Conviene recordar que ese perdón ha sido precedido años antes por otros similares manifestados por san Juan Pablo II y Benedicto XVI. En efecto, el Papa lo recuerda en la carta: «Tanto mis antecesores como yo mismo hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización». E imploró por no evocar los dolores del pasado para quedarse en ellos, sino para aprender: «Seguir dando pasos en vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias y a construir la tan anhelada fraternidad priorizando el bien común por encima de intereses particulares, las tensiones y los conflictos».

     Aunque el presidente de México ha alabado al Papa por la misiva, definiéndole como un «verdadero católico y defensor de los pobres», ha exigido en varias ocasiones al rey Felipe VI una disculpa oficial por la conquista de Tenochtitlan (la gran hazaña de Hernán Cortés), de la que se cumplió 500 años el pasado mes de agosto. Además, ha insistido en criticar a las empresas españolas. Mucho populismo e ignorancia.

     ¿Qué sucedió en América tras la llegada de los españoles? ¿Fue realmente un genocidio sistemático o, por el contrario, se inauguró una etapa de orden, fe y progreso?

     No se puede negar que en esa gesta hubo abusos, no porque el español, portugués, holandés o inglés (sólo por mencionar algunos gentilicios de los conquistadores) hayan sido crueles, sino porque, como afirmó Thomas Hobbes «homo homini lupus», es decir, «el hombre es un lobo para el hombre». Y si no, que lo cuenten los judíos y gitanos asesinados por los nazis, o las víctimas de los bandos que participaron en guerras civiles alrededor del mundo.

     A esta altura de la historia, no cabe duda de que México (como también muchos otros países latinoamericanos que cuestionan la Conquista y posterior Colonización), deforma y falsea la verdad para utilizarla políticamente. Lo malo es que todavía haya muchas personas que aceptan con facilidad la Leyenda Negra, esto es, el conjunto de creencias en torno a la presunta barbarie cometida por el imperio español entre los siglos XVI Y XVII. La leyenda ha perdurado en el tiempo y dañado la reputación de España. Pero no todo lo que se ha dicho es cierto.

    Afirma el catedrático de la Universidad de Navarra, Javier de Navascués, que en la configuración de este concepto participó de forma decisiva, aunque involuntaria, el dominico español, padre Bartolomé De Las Casas, en su reseña «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» (1552), donde denunciaba las atrocidades cometidas por los conquistadores a los indígenas. Se sabe que De Las Casas exageraba datos para conmover a su lector principal, el rey de España, y conseguir de él una política más comprensiva en favor de los nativos. Sin embargo, la obra del padre De Las Casas fue también leída por los enemigos del momento. De hecho, el alegato del dominico se tradujo al holandés, francés, inglés y alemán, y se difundió ampliamente por Europa. Alguna edición extranjera se complementaba con truculentas ilustraciones en donde los españoles se mostraban como salvajes frente a unos indios desnudos e indefensos. Para colmo, circularon versiones muy libres acerca de los números de víctimas proporcionados por De Las Casas. La edición de Londres de 1698 habla de cuarenta millones de muertos a manos de los españoles, cuando en toda América la población indígena era de entre 40 y 60 millones de personas (según cálculos de historiadores como Sapper, Spinden, Rivet y Denevan). De todos modos, ya había nacido la Leyenda Negra antiespañola.

     Pero más que el exterminio indígena en América, el sello distintivo del imperialismo español fue la relevancia adquirida por la Iglesia católica. En efecto, si el conquistador y colonizador buscaba riqueza, el marco político y jurídico en el que se movían, impuestos por el rey de España y el Papa de entonces, les obligaba a justificarse constantemente y a sentir en sus nucas el aliento de la Iglesia, recordándoles que su misión fundamental consistía en facilitar el bien espiritual y material de las comunidades indígenas.

     Quien conozca el libro El Azteca (un tocho de 894 páginas) encontrará el relato de Gary Jennings, basado en doce años de investigación en México, quien supo reconstruir el mundo prehispano de los aztecas y los años posteriores a la llegada de los conquistadores españoles. ¿Qué fue lo que los españoles encontraron en esa “civilización”? La narración de Jennings, aunque no absuelve a los conquistadores, incorpora una gran cantidad de información de las costumbres de cada uno de los pueblos “mexicas”, en especial, de las crueles prácticas caníbales de los aztecas que aterraron al mismísimo extremeño Hernán Cortés, quien vio con asombro cómo los nativos sacrificaban en cada “fiesta” a miles de sus congéneres, desmembraban sus cadáveres y cocinaban las diferentes partes con diversas verduras antes de ofrecerlos al pueblo para comérselas.

     La ingente cantidad de sacrificios humanos (en rituales que los estudiosos han llamado «holocausto azteca») que perpetraban anualmente los sacerdotes mexicas antes, durante y después de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo crearon gran estupor entre los conquistadores. Los escritos de aquellos que acompañaron a Hernán Cortés (1485-1547) en sus conquistas corroboraron la triste verdad. Y es que los españoles que atravesaron el Atlántico dejaron amplia constancia de las prácticas canibalescas con las que se toparon en el mismo instante en el que desembarcaron en Tabasco allá por 1519. Desde Bernal Díaz del Castillo (1492-1584), hasta el franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590). Todos ellos pusieron sobre blanco el viaje que hacía el cuerpo de una víctima desde que era sacrificada en el altar, hasta que era devorada por el pueblo azteca. Uno de estos testigos escribió: «Después de que los hubieran muerto y sacado los corazones, llevábanlos pasito, rodando por las gradas abajo; llegados abajo cortábanles las cabezas y espetábanlas en un palo y los cuerpos llevábanlos a las casas que llamaban Calpul donde los repartían para comer».

     Entonces, ¿benefició o no la conquista y posterior colonización del pueblo azteca por parte de España? Argumentos similares se pueden ofrecer en la conquista y colonización de otros pueblos de Sudamérica y el Caribe (los más numerosos), como los chibchas, incas, caribes, aravacos, taínos, los tupíes-guaraníes, los tenochcas, mayas, chibchas, quechuas, aymaraes, araucanos, puelches, patagones y fueguinos, entre otros.

     Varias personalidades han interpretado la carta del Papa como una disculpa del máximo líder católico por los excesos cometidos por la Iglesia durante la evangelización que siguió a la Conquista. Pienso, no obstante, que el mensaje del Papa Francisco no constituye el reconocimiento de una culpa de la Iglesia por maltrato a los indígenas, porque ella no hizo tal cosa; sino el reconocimiento de la Iglesia de haber podido hacer más a favor de la evangelización. Por otra parte, el perdón por los excesos de otros es un gesto profunda y expresamente sacerdotal: interceder ante Dios por las faltas cometidas por algunos conquistadores.

 


    Hoy, 12 de octubre, celebramos en España el Día de la Hispanidad, fecha que simboliza la efeméride histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de su pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos. Por estas mismas razones, y con el fin de realzar la conmemoración de fiesta nacional, España también celebra el Día de las Fuerzas Armadas (cf. Boletín Oficial del Estado, 7-10-1987).

    Pero también hoy festejamos a nuestra Madre Santísima, la Virgen del Pilar, Patrona del Cuerpo de la Guardia Civil (1913), Cuerpo de Correos y Telégrafos (1916), Cuerpo de Secretarios, Interventores y Depositarios de Administración Local (1928), Sociedad Mariológica (1940), del Arma Submarina de la Armada Española (1946) y del Consejo Superior de Misiones (1948)

    No conviene, pues, hacerse eco de las ocurrencias que declama cualquier iluminado, especialmente cuando ha demostrado no estar en capacidad de arreglar un país, lleno de urgentes necesidades y plagado de crímenes y narcotráfico. A pesar de la Leyenda Negra y la oposición miope y mezquina que han expresado diversos gobiernos y grupos antisistema, socialistas y comunistas, sobre todo de Hispanoamérica, España ha demostrado ser un país para el mundo. Ya mencionamos alguna vez que no hay tierra en el orbe que no tenga una tumba española. Hace 529 años España ensanchó el mundo conocido hasta entonces, extendiendo la cultura, la religión cristiana y la lengua y enriqueciéndose, a cambio, con lo bueno de las culturas de otras latitudes.

         Y ya que coincide la fiesta de la Hispanidad con la del Pilar, lógico sería evocar también a Nuestra Señora de Guadalupe, «Estrella de la Nueva Evangelización» y «Reina de la Hispanidad» en este Año Jubilar Guadalupense; porque, a pesar de las múltiples advocaciones, ella es siempre la misma. 

    Es una preciosa ocasión para dirigir la mirada hacia diversas instituciones y grupos que se entregan generosamente para asistir a los demás. Ejemplo de ello son las Fuerzas Armadas españolas desplegadas en los cuatro continentes con militares y Guardias Civiles, ofreciendo su ayuda, experiencia y muchas veces su vida para alcanzar o mantener la paz.

     Los datos sorprenden no sólo en el ámbito de ayuda militar. Pero es todavía más impresionante en el área religiosa: Más de 12 mil españoles son misioneros por el mundo, la mitad son mujeres, en su mayoría religiosas. Esta ingente cantidad de voluntarios que dejan sus casas, familias y su patria, realizan una labor de ayuda a los más necesitados y de anuncio del Evangelio en 132 países de los cinco continentes, sobre todo, en América Latina y África.

 ¡Felicidades a los españoles e hispanoamericanos!

¡Viva España! ¡Viva Hispanoamérica! ¡Viva el Rey!

¡Viva la Virgen, en sus advocaciones de Guadalupe y del Pilar!

¡Viva Cristo Rey!

 

 

 

lunes, agosto 03, 2020

SÁLVESE QUIEN PUEDA


Me lleno de indignación al ver vídeos que muestran a cientos de personas haciendo colas en Venezuela para adquirir comida o medicina. Según una fémina presente, de esas que algunos llaman “sin-oficio”, afirma que se trata de "colas sabrosas”. Desconozco si lo dice porque las fulanas colas le ofrecen la ocasión de saborear chistes y chismes o de disfrutar la casi segura tángana en las que terminan a menudo todas ellas y que provocan los más “arrechitos” porque son más “vivos” o porque hay que defenderse de estos.

En Venezuela hay que hacer cola para todo: para comprar comida, medicinas, o cualquier artículo de primera necesidad; para realizar trámites de diversa índole, por más simples que fueran; para pagar facturas, para hacer algún trámite bancario, para abordar una “camionetica” o un autobús… Y no se diga de las monumentales colas, de horas de duración, que se forman en las estaciones de servicio para comprar gasolina. Desde hace muchos años las infames colas entraron a formar parte de la vida cotidiana de los venezolanos.

Es lamentable ver a tanta buena gente que, pasiva y obedientemente, se deja marcar un número en el brazo, como si de un “certificado de buena conducta” se tratara; tener que asistir a ese vergonzoso, denigrante y consuetudinario acto de “humildad” representa una afrenta contra la libertad y dignidad de las personas. Igual enfado produce ver las turbas iracundas corriendo, empujándose, golpeándose, maltratándose de diversas formas para llegar hasta una meta: esto es, para alcanzar antes que nadie un transporte que vende alguna mercancía desaparecida o de difícil adquisición o, incluso, llegar hasta un transporte averiado en la vía pública para saquearlo y hacerse de su contenido. ¿Y de las embarazadas, de los viejitos y de los minusválidos quién se hace cargo?

¿Cómo no advertir en esas situaciones de indefensión la humillación más pura y dura y una siniestra presión para someter a la población a una dependencia casi absoluta a los caprichos del Estado? ¿Cómo no descubrir en estas lamentables imágenes las prácticas más humillantes y aberrantes para un ser humano, que le marcarán el corazón para toda la vida?

Pero ahora resulta que desde hace algún tiempo las necesarias colas son criticadas, “prohibidas” y hasta castigadas por los seudolíderes del régimen que las provocaron, me imagino que porque ellos habrán advertido que ya la gente comenzó a “disfrutarlas”. Definitivamente, como dijo la desquiciada aquélla, las colas se han vuelto “sabrosas” y el régimen no puede aceptar que el pueblo “disfrute” de “felicidad” alguna, como no sea la que ellos implantaron, el mal llamado “mar de la felicidad”.

 Ver las imágenes de origen

Siempre me he preguntado cuál será la chispa que enciende conductas sociópatas en gente habitualmente normal y cuál el mecanismo que sostiene y amplifica esos comportamientos inadecuados.

Según Abraham Maslow, en términos generales, no puede darse la armonía, ni la amistad, ni es posible practicar la verdadera solidaridad cuando se vive bajo el signo de la precariedad total. Cuando las personas enfrentan un peligro inminente, donde se juegan la vida (caso por ejemplo del zozobrado buque Titanic), de seguro encontraremos allí una minoría humanitaria, filantrópica, que se abocaría a asistir (a salvar) primero a mujeres, niños y discapacitados, ayudándoles o cediéndoles su puesto en las botes salvavidas. Pero no todos procederán de esa manera; la gran mayoría, por lo general agresiva y amotinada (por no decir alocada y fuera de sí), intentará por todos los medios de salvar su propio pellejo, alcanzando un puesto seguro en los botes.

A un amigo muy querido, consultor empresarial, le escuché decir en cierta oportunidad que por “ley de supervivencia”, un individuo que cae al mar por ejemplo, en general buscará desesperada y “egoístamente” la manera de salvarse él. En la mayoría de los casos, esa desesperación le hará “olvidar” por completo no sólo al “prójimo”, sino cualesquiera otras necesidades perentorias, ya que su prioridad será salvar la propia vida. Fíjense -decía él- en Gandhi: la altura de ser que logró ayudando a su país y a la comunidad a la que pertenecía e, incluso, trascendiendo ésta. Pues bien, a ése, Maslow lo colocaría en la cúspide de su pirámide de necesidades. Pero imagínense por un momento a esa eminente figura universal en alta mar, sin equipo salvavidas, sin medios para socorrerse, y verán lo que hace... ¡Casi con seguridad se comportará como lo haría cualquier mortal que estuviera en su lugar! Y de la franja superior que ocupaba en la cumbre de la pirámide, de un tirón se ubicará en la base de la misma, es decir, en la veta biológica y vital, donde se sitúan los instintos básicos de conservación de cualquier animal. O tal vez no, si se impusieran contra todo pronóstico, sus principios y valores morales. No digo nada fuera de lo común: el ambiente y los fenómenos no controlables condicionan definitivamente la actuación de las personas por miedo.

Venezuela vive una crisis de tal magnitud que puede compararse al naufragio de un navío. Cual inmenso iceberg (lo peor es que, tal vez, el 95%, esté sumergido, oculto, y no logramos distinguirlo ni controlarlo), el régimen imperante desde hace 20 años ha provocado el hundimiento lento, progresivo pero seguro, de toda esa mole física, moral, humana e institucional que se llama Venezuela. Algunos de sus habitantes, los “pasajeros” de ese país, muchas veces se ven forzados a luchar por sus vidas agrediendo y arrollando, si fuere necesario, a sus compañeros de viaje. Esa es la dolorosa estampa que se me ocurre representar para intentar describir tanta barbarie, no sólo la que genera la archiconocida delincuencia desbordada, sino la que se observa a diario en las “sabrosas” colas que la gente debe hacer para surtirse de algún producto o realizar un servicio. El grito de guerra general es, pues, “sálvese quien pueda”.

Bajo esas condiciones, hasta la gente más cuerda y pacífica se puede convertir en una máquina violenta de zaherir a sus congéneres. Sin disminuir la responsabilidad individual de cada uno, habría que señalar como responsable de esa expresión negativa y generalizada, al propio régimen. El fondo político, económico, legislativo, social… que hoy se vive en Venezuela tiene tintes diabólicos. Nada se salva de esa maligna influencia que ya se ha vuelto “estructural”.

La propuesta del sociólogo y matemático noruego Johan Galtung (1930), sitúa en la “violencia estructural” la raíz de las diversas formas de violencia directa, ya fueran de orientación política, interpersonal o familiar. Para Galtung (uno de los fundadores de la investigación sobre la paz y los conflictos sociales, 1964), son las estructuras sociopolíticas y económicas como la represión, la marginación o la pobreza las que explican las distintas formas de violencia.

Para nuestro siempre bien recordado san Juan Pablo II, la “miseria” y el “subdesarrollo” son equivalentes a “tristeza” y “angustia” (Sollicitudo rei socialis, 6; 1987). La Doctrina Social de la Iglesia afirma que la violencia social es, por lo general, responsable de unas “condiciones humanas indignas”, son fuente segura de conflictos graves.

Destacados sociólogos y psicólogos sociales han demostrado que cuando un grupo de personas entra en “interacción” el resultado no puede entenderse analizando por separado sus conductas individuales; es preciso acudir al análisis de la "psicología de la masa”. Se denomina “masa” a un revoltijo humano donde LA PERSONA pierde su identidad, pasando a ser simplemente materia prima del “alma colectiva”: puro sentimiento, acción y emotividad. 

El término, además de designar a la “chusma” enaltecida (por ejemplo, alimentando falazmente su ego con expresiones como “el pueblo no se equivoca-Chávez dixit-), sirve como instrumento para describir buena parte de los fenómenos sociológicos como el comportamiento de las turbas y otros fenómenos similares, como los acaecidos en Venezuela en diversos momentos, y los que sufren algunas ciudades de España a raíz de la puesta en prisión de un conocido rapero antisistema.

La “Psicología de las masas” sintetiza una visión de la “masa” como el lugar en el que se funden por contagio las mentes individuales, engendrándose una unidad mental que hace perder a cada uno su individualidad. Todos pasan a tener las mismas emociones (Gustave Le Bon, 1841-1931). Bajo esas condiciones la masa, además, puede ser “inducida” a conducirse irracionalmente, en su forma “no-lógica” (Vilfredo Pareto, 1848-1923).

Para el francés Le Bon (“Psicología de las multitudes”, 1895), el individuo dentro de la masa carece de voluntad y el control personal de los instintos primarios desaparece, por lo que las masas pasan a ser irracionales, emotivas, extremas, instantáneas, irritables, volubles e irresponsables. 

Pero hay otro aspecto importante que señalar: ¿A quién hay que responsabilizar de que un pueblo, otrora, noble y pacífico haya llegado a estos extremos? ¿Quién es, a fin de cuentas, el responsable de tales catástrofes inhumanas? ¿No le corresponde al Estado (sus gobernantes con nombres y apellidos) atender a la población, preocuparse y ocuparse de la calidad de vida de la gente y de construir un “estado de bienestar mínimo" e, incluso, de mejorarlo?   

¿Pero cómo logar esto si, en cambio, uno se encuentra con una estructura de Estado (lo repito nuevamente: son personas con nombres y apellidos) volcada a promover la ilegalidad, la violencia y el desorden en todos los sentidos? ¿Cómo lograr un mediano estado de bienestar si los llamados a facilitar y estimular el emprendimiento empresarial, la generación de riqueza y empleo y la seguridad ciudadana e institucional a todos los niveles, se dedican a atacar a los que no piensan como ellos o a implementar casi a diario “un nuevo plan” basado en cuanta ocurrencia se les vino a la cabeza la noche anterior?

¿A quién le incumbe mejorar y vigilar los servicios públicos tales como la sanidad, la educación, los servicios de ayuda a las familias como las guarderías, las escuelas de preescolar e infancia hasta la universidad, los servicios para las personas ancianas y los discapacitados, los servicios sociales de todo tipo, la vivienda de interés social y otros servicios para las personas, todos ellos orientados a mejorar el bienestar de la población y la calidad de vida de sus ciudadanos y residentes? ¿Quién se hace responsable de ser el causante de que millones de ciudadanos sean empujados a emigrar no sólo a otras latitudes buscando nuevos horizontes, sino también forzados a emigrar -como dijo cierta vez san Juan Pablo II- “psicológicamente”, esto es, aislándose socialmente para no ser afectados a manos de la criminalidad o de los efectos perversos del gobierno?

Hay un elemento que confirma la sospecha de que la situación con este régimen no sólo no va a mejorar, sino que seguirá en declive y es el hecho de que no se publican cifras ni estadísticas del país, y en cambio, se presentan cifras falsas o manipuladas, lo que denota que los responsables ni siquiera desean asumir medianamente los resultados de su gestión.

Aun así, no perdemos la esperanza de que los de mi generación veamos relanzado el país nuevamente hacia un mañana luminoso; a ver si, desde ya, somos capaces de transformar el “sálvese quien pueda” en “salve a quien pueda”.

 


domingo, agosto 02, 2020

PARA QUÉ SIRVE LA IGLESIA


      Está circulando en las redes sociales un fotomontaje del Papa y de un niño famélico, desnutrido, en brazos de su madre, titulado «¿Para qué sirve la Iglesia?». Está de más decir que se trata de un mensaje depravado, miserable y absolutamente ruin e ignorante. Todo ello por varias razones. Me explico.

1.     Desconocemos si la persona que creó el fotomontaje es católica; lo mismo afirmo para cada una de las personas que de manera maliciosa o de buena fe compartieron el mensaje. Pero aprovecho para recordarle a unos y otros que la Iglesia no es una persona, sino una comunidad de creyentes, en cuya cabeza está su fundador: Jesucristo. Así pues, la Iglesia no es el Papa, ni los Obispos, ni los sacerdotes, ni un edificio, ni… La Iglesia es muchísimo más. "Iglesia" es una palabra que deriva de un vocablo griego que significa «convocación» y designa "la asamblea del pueblo". El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que «Iglesia» designa «asamblea litúrgica» (la que da culto a Dios), y también «comunidad local» o toda la «comunidad universal de los creyentes» (cf. CEC, 752).

2.     Así clarificado el concepto de Iglesia, y suponiendo que quienes se involucraron en la creación y distribución del malicioso fotograma son personas bautizadas (aunque estén alejadas de ella), estoy en condiciones de afirmar que también son Iglesia. No olvidar el dicho popular: el que escupe al cielo le cae la saliva en la cara.

3.     Os voy a ilustrar brevemente con unas pocas realidades, para que conozcáis algo sobre vuestra Iglesia.

a.     En una población mundial de 7.408 millones, los católicos bautizados son 1.313 millones (17,7%).

b.     En el campo de la instrucción y la educación, la Iglesia administra en el mundo 72.826 escuelas infantiles frecuentadas por 7.313.370 alumnos; 96.573 escuelas primarias con 35.125.124 alumnos; 47.862 institutos de secundaria con 19.956.347 alumnos. Además sigue a 2.509.457 alumnos de escuelas superiores y 3.049.548 estudiantes universitarios.

c.      Los institutos de beneficencia y asistencia administrados en el mundo por la Iglesia engloban: 5.287 hospitales; 15.937 dispensarios; 610 leproserías; 15.722 casas para ancianos, enfermos crónicos y discapacitados; 9.552 orfanatos; 11.758 guarderías; 13.897 consultorios matrimoniales; 3.506 centros de educación o reeducación social y 35.746 instituciones de otros tipos.

d.     Hay también un total de 2.659 estaciones misioneras alrededor del mundo con sacerdotes residentes.

e.     El número de laicos misioneros en el mundo es de 355.800 y el número de catequistas es de  3.120.321.

Podría seguir con muchos más datos. Pero creo que estas cifras fundamentales de la Santa Madre Iglesia Católica son suficientes. Sólo me resta haceros unas sencillas preguntas: ¿Qué hacéis vosotros por los pobres? ¿A cuántos necesitados mantenéis o habéis dado de comer, beber, proporcionado vestido, visitado cuando estuvieron enfermos o presos y enterrado si murieron?

 Por justicia, estáis obligados a retractaros frente a quienes habéis envenenado con vuestro mensaje.

Podemos entender vuestro desliz ya que nadie está exento de manifestar ignorancias o afirmar estupideces, sin embargo, lo malo es enfatizarlas o vociferarlas, como lo habéis hecho vosotros.


DEMOCRACIA SOCIAL Y PARTICIPATIVA


La actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en diciembre de 1999, manifiesta en su exposición de motivos que con ella el Estado intenta “crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una democracia social y participativa”. Veinte años después, estamos en condiciones de sobra para realizar una evaluación serena de lo que hoy se ha convertido el país, máxime tomando en cuenta que el régimen que lo propuso y refrendó no ha cambiado durante estas dos décadas. Democracia, social y participativa son las palabras claves que los legisladores emplean como eje fundamental para construir el “nuevo Estado”.  Veamos sucintamente si son importantes.

 

«Democracia»: Es el “sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”.

«Social»: Marca lo relativo a la sociedad humana. Una segunda acepción se refiere a lo que “repercute beneficiosamente en toda la sociedad o en algún grupo social”. Toda Democracia es social o no lo es.

«Participativa»: A nuestro modo de ver, esta palabra, como lo “social” constituye nuevamente una redundancia del concepto de Democracia. ¿Puede haber una democracia que no sea social o que impida la participación del ciudadano o ambas simultáneamente? Entonces saque usted mismo la conclusión. Conociendo, pues, la situación de la Venezuela que han construido los actuales gobernantes, se pregunta: ¿Es soberano el pueblo venezolano? ¿Puede elegir libremente a sus gobernantes? ¿Existe un Estado de Derecho? ¿Se hace verdadera política en Venezuela o toda decisión es producto del estado de ánimo de sus dirigentes? ¡Pues eso!

 

Leyendo las primeras líneas de la Carta Magna pronto se intuyen las mentiras y trampas contenidas en cada uno de los nueve títulos, sus capítulos y sus artículos. No es necesario titularse de politólogo o doctor en derecho para descubrir las verdaderas intenciones que albergaban quienes redactaron la Ley Suprema de Venezuela. ¡Sólo paja y humo! Detrás del telón de palabras y frases bonitas se evidencia ideología pura y dura. No obstante, para los más escépticos, suponiendo que lo dicho no convence, pues entonces apelo a las siguientes evidencias que no se pueden ocultar; esto es, a lo incontestable que esa “ingeniería social” al que ha estado sometido disimuladamente todo el país durante estos años.

 

¿Cuáles son esas evidencias? Veremos en lo que se ha convertido el tan ansiado “viaje” en pos del “mar de la felicidad” prometido por el régimen “socialista” que nació en 1999, y sugerido por los resabiados asesores españoles y cubanos. Abusaría de mis caras amistades si las enumerase todas; baste sólo destacar algunas:

 

1.     Actualmente, los Poderes Públicos Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral se encuentran secuestrados por el dictador que preside el Poder Ejecutivo. Allá se hace lo que manda el dictador. Para los recién llegados, conviene advertir que esto no ha sido cosa de un día para otro: más bien de un proceso gradual, lento y muy bien estructurado. La “metáfora de la rana hervida” sirve de ejemplo para explicar el exitoso “fagocitamiento” progresivo que concentró en el Ejecutivo TODOS los demás poderes, circunstancia que encontró en la mayoría del pueblo una pasividad enfermiza. Adicionalmente corresponde recordar que, aunque la actual Constitución fue hecha a la medida del régimen liberticida del momento, lo fue como “medio de transición”. Pasados 20 años, se hizo necesario migrar hacia una “nueva” Constitución, mucho más blindada, la cual se está cocinando desde 2017, a pesar del claro rechazo de la oposición a la convocatoria que hizo Nicolás Maduro a una nueva Asamblea Nacional Constituyente, sin consultar al pueblo venezolano, de acuerdo a lo establecido en la Constitución vigente.

 

2.     La situación actual del país ha llegado a niveles insostenibles debido a una mega crisis generalizada que abarca lo económico, social, institucional y político desde sus mismas raíces. TODO, absolutamente todo, está corroído por el cáncer socialista que ya está bien sumergido en el comunismo más riguroso y cruel. ¿No fue el mismo creador del marxismo quien aseguró que el socialismo es el primer escalón hacia el comunismo? Pues sí, Carl Marx dixit. Tarde se ha dado cuenta el pueblo venezolano de la gran mentira en que han caído y por lo que se ve ya no hay libre apoyo al régimen, salvo el que ofrecen los que se benefician de él. Las Fuerzas Armadas se encargan de mantener ese estado de cosas y el gobierno emplea todo tipo de medios para controlar la conducta del venezolano, entre ellos, ser reconocido como el supremo benefactor que procura alimento, ofrece salud, empleo, educación, protección vital, y servicios básicos como electricidad, aseo, agua, telefonía, radio, televisión, ocio y tiempo libre, etc. sólo para los que lo apoyan. Ahora mismo, DirecTv ha cesado sus transmisiones y abandona el territorio nacional.

 

3.     Las estrategias fundamentales para someter a los ciudadanos y alcanzar el control de sus vidas se resumen en esto:

 

-1) Destruir la autoestima de las personas: Para qué esforzarse -piensan muchos- si haciendo nada alcanzaré lo mismo que el que estudia, trabaja, se sacrifica, etc. Muchos recordarán que, desde los mismos inicios, el régimen regaló pisos, casas, todoterrenos, electrodomésticos, bolsas de alimentos y bebidas alcohólicas a los que acudían a las concentraciones rojas y dinero a los que apaleaban a la oposición.

 

-2) Ideologizar desde temprana edad: Los niños que nacieron con el actual régimen ahora tienen 20 años. Adivine qué tienen hoy esas personas en sus cabezas. ¿Le parece familiar el denominado “pensamiento único” y el “apoyo ciego”?

 

-3) Culpar a terceros: Si el ciudadano se percata de que algo lo perjudica o va mal, la culpa es del “imperio”, o de la oposición, o de los “escuálidos” de la clase media y rica…

 

-4) Señalar y denigrar al opositor: Quien critique al gobierno o a sus instituciones es un traidor a la patria, y como tal, debe de ser perseguido, sometido él y sus familias, encarcelado y “reeducado”. Se trata de una reeducación es “muy especial”, ya que por lo general supera con creces la suma de los años que empleamos para cursar primaria, secundaria y universidad. Si se trata de un ciudadano impoluto, todavía existen otros medios para someterlo: sembrarle drogas, armas o acusarlo falsamente de algún delito, sobre todo de terrorismo. Por supuesto, los que hemos emigrado, rechazando públicamente el régimen de matones caemos en esta infame categoría y, por lo tanto, no tenemos derecho a pensiones, ni a renovación de pasaportes, ni...

 

-5) Sembrar terror: Cuando se persigue a algún individuo enemigo del régimen, se debe hacer lo posible por amedrentar a familiares, amigos y vecinos. Para ello se emplea una fuerza desmedida a través de los numerosos cuerpos de seguridad (los anotaré en minúscula por mi rechazo hacia ellos): policías del estado, servicios de inteligencia y prevención, seguridad nacional, fuerzas de acciones especiales, guardia del pueblo, policía metropolitana, operación liberación del pueblo, plan bratton (¿?), policía migratoria, policía nacional bolivariana, universidad nacional experimental de la seguridad, armadillos (vehículos blindados), cuerpo de alguacilazgo, cuerpo de investigaciones científicas, penales y criminalísticas, y un largo etc.

 

-6) Emular al opositor: Si la oposición organiza una manifestación, el régimen azuza la suya, asegurándose de que coincida día y hora y, si es posible, infiltrará sus partidarios en ambas concentraciones para iniciar las provocaciones de rigor. Por supuesto, estos colectivos son pagados con dineros del Estado que, por cierto, alguna ministra se atrevió a decir que ese dinero no era de nadie (¡!). Mientras tanto, otros agentes del gobierno, de manera furtiva, hacen fotos y vídeos de los asistentes.

 

-7) Estimular el envío de remesas de dinero que los emigrantes realizan a favor de sus familiares que no han podido salir. En efecto, se estima que para este año, 2020, esas remesas totalicen unos 6 mil millones de dólares, nada menos que el 6% del PIB de la nación (en 2019 fue de 3,5%, unos 4 mil millones de dólares, una media de 150 US$/mes /habitante). La inflación en Venezuela alcanzó el año pasado 7.500% (para que usted compare, la de España fue de 0,79%). No, no es error de coma, en Venezuela fue así como lo leyó: ¡siete mil quinientos por ciento! Gracias al régimen, los venezolanos deben pagar los bienes y servicios, incluyendo los de primera necesidad, 3, 4 o 5 veces más el precio que pagamos en Europa.

 

-8) La nefasta situación en Venezuela ha traído como consecuencia que millones de venezolanos hayan salido de su patria. Según datos de ACNUR (2019), más de 4,7 millones de venezolanos refugiados y migrantes recorren el mundo huyendo del infierno en que el régimen ha convertido uno de los países más ricos del planeta. De ellos, 760 mil son solicitantes de asilo político. Más de 2 millones viven bajo otras formas legales de estadía en países de Latinoamérica. Piénsese que entre 1948 y 1961 Venezuela recibió unos 920 inmigrantes, principalmente españoles, italianos y portugueses. Pregunta: ¿Están equivocados los casi 5 millones de personas que han podido salir? 

 

Este es el resultado de la exquisita “política” aplicada en un país que se creía inmune a las garras del marxismo y cuyos gobernantes se han declarado abiertamente social-comunistas. La vida del pueblo dentro de un régimen tal se convierte en una especie de “faena” en un coso taurino. En apariencia, sólo en apariencia, todo es fiesta y jolgorio (algo así como la que imponía la estrategia romana imperialista “panem et circenses” (“pan y circo”), para mantener tranquila y abobada a la población. Pero internamente no es tal cosa, sino el más desalmado desprecio al pueblo. ¿No dijo aquel que fue asesor de lujo del régimen durante varios años que “nos conviene la crispación”? Conozco también otras perlas de algunos otros genios “asesores” de aquella manada de forajidos, pero no las traeré para no abusar de mis lectores. Amigo, “a mí que no me vengan con cuentos, que yo sé historias”. Pues eso.

 

Resumiendo: ¿Qué gana el espectador? ¡Nada! ¿Qué pierde? ¡TODO! Quien se crea que a él no lo cogerá el toro, que se asegure bien detrás de las defensas pero que se prepare por si aparece alguna sorpresita, porque algunas veces la fiera es capaz de saltar las barreras y logra embestir a quienes están detrás del callejón y burladeros del coso, e incluso es capaz de alcanzar a los confiados e “inocentones” en las mismas gradas.

 


domingo, julio 26, 2020

LOS VIRUS Y EL COVID-19



A raíz de los comentarios que salieron recientemente en este canal sobre el covid-19, he consultado algunos artículos y libros de Microbiología y Biología Molecular de Jéssica, que me ayudaron a compilar los siguientes datos de interés. 

Algunos mecanismos no los alcanzo a entender por completo, pero he intentado recoger lo que creo es más importante para los no versados, pecando conscientemente de exceso de simplificación. Pido permiso a Ana, mi cuñada, en su condición de médico cirujano y de mi hija Jéssica, licenciada en Biología, por meter mis narices en sus campos específicos, pero la curiosidad me pudo.


A pesar de los numerosos artículos y opiniones que circulan a diario por los medios de comunicación, en especial en las redes sociales y distintas webs, la pandemia que sobrellevamos plantea aún numerosas interrogantes sobre los virus, las pestes, los procesos de infección, multiplicación, propagación y sus efectos. Debido a que se habla no sólo de los mecanismos físicos sino también psicológicos que causan, consulté algunos libros de Psicología (particularmente la denominada “psiquiatría biológica”), que intenta responder el por qué dependiendo del perfil psicosomático de las personas, bajo la misma afección, pueden darse padecimientos distintos.

Hubo que esperar una serie importante de hallazgos para entender algunos procesos de las enfermedades. Así, en el siglo pasado, la Biología Molecular aportó una contribución fantástica a la ciencia, demostrando la universalidad del código genético: todos los seres vivos, desde la ameba más primitiva, pasando por los extintos dinosaurios, los primates y llegando hasta el “homo sapiens” de hoy, emplean en su estructura celular el mismo lenguaje genético para producirse y reproducirse, formado éste fundamentalmente por la combinación de cuatro moléculas básicas designadas por letras: la A (adenina), la C (citosina), la G (guanina) y la T (timina).


En la doble hélice del ADN se ha descubierto que la A siempre está atada a la T, y la C con la G, debido principalmente a los enlaces que crea el hidrógeno. Estos enlaces forman en las moléculas una fuerza intermolecular muy común en las sustancias biológicas y es responsable en gran medida de las propiedades y la estructura tridimensional de las biomoléculas, como proteínas o ácidos nucleicos. De hecho, es la formación de los enlaces de hidrógeno lo que da su estructura al ADN y ocasiona que la base citosina esté siempre enfrentada con la molécula de guanina y la de timina con la adenina.


Conviene recordar que tanto el ADN (Ácido DesoxirriboNucleico) como el ARN (Ácido RiboNucleico) son ácidos nucleicos y macromoléculas que trabajan juntas para preservar y transmitir la información genética que define todos los elementos vitales y característicos de los seres vivos. El ADN es una especie de “manual de instrucciones” sobre la construcción de la vida que conocemos, porque define a todos los seres vivos por igual. El ARN, en cambio, tiene la función de “guardar, transportar y transmitir la información entregada por el ADN”. Aunque ADN y ARN son elementos comunes a las estructuras genéticas de todo organismo vivo, ellos no son “la vida” en sí misma. La imposibilidad de “crear” vida en el laboratorio produce honda frustración a los científicos materialistas, pero de eso hablaremos en otra ocasión.


Consecuentemente, hay que decirlo: un virus no es un organismo vivo, sino una o más moléculas de ácidos nucleicos (ADN o ARN), cubiertas por una capa protectora (estilo placenta) de proteínas y, por lo tanto, no tiene el poder de multiplicarse, condición necesaria para considerarse un ser con vida. Los virus se rigen, pues, por un “código de conducta” programado en su constitución. Para cobrar vida, los virus necesitan infectar otros organismos (células de animales, plantas, hongos y hasta bacterias) y usar los componentes de la célula huésped para hacer copias de sí mismos. Como un virus no puede replicarse en sí mismo, a menudo daña o mata a la célula huésped en el proceso de multiplicación. Hay virus capaces incluso de infectar otros virus.


En algunos casos, como sucede con los retrovirus (que tienen un genoma ARN que se transcribe inversamente a ADN), la naturaleza del material genético puede variar a lo largo de su ciclo de vida de modo que, aunque el virión contenga ARN de cadena sencilla, este ARN se transforma en ADN de cadena doble cuando el genoma viral se integra en el de la célula receptora. Los retrovirus son responsables del sida y de algunos tipos de cáncer.


Salvo los llamados “megavirus”, los virus son tan pequeños que no pueden verse con microscopios ópticos. Por ser cien veces más pequeños que las bacterias, requieren ser observados con microscopios electrónicos o novísimas técnicas empleadas en la investigación de fenómenos subatómicos.


Actualmente se conocen unos 5 mil virus, aunque algunos científicos opinan que podrían existir millones de tipos diferentes. Se encuentran en todos los ecosistemas de la Tierra y son diez veces más numerosos que las bacterias.

La mayoría de los virólogos sostienen que, puesto que los virus no tienen la misma biología que las bacterias, no pueden ser combatidos con antibióticos. Hasta donde se sabe por experimentación, tan sólo ciertos tipos de vacunas o medicaciones antivirales pueden eliminar o reducir la severidad de las enfermedades virales como el cólera, la fiebre amarilla, la hepatitis C, sarampión, viruela, el sida, el ébola y la que produce el actual covid-19 (técnicamente SARS-CoV-2).


El mecanismo de infección del coronavirus covid-19, causante de la actual pandemia, es el siguiente: Los virus, al contacto con las células de las mucosas nasal, bucal u ocular, son absorbidos por éstas, cambiando el código genético de las células infectadas (es decir, mutan), convirtiéndose los virus en “células agresoras” con alto poder de multiplicarse. Con la ayuda de las células contagiadas (las cuales son destruidas al ser atacadas), cada virus puede llegar a crear entre 10 mil y 100 mil réplicas.


El virólogo español Esteban Domingo, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa en Madrid, fue pionero (1970) en demostrar que, nada más entrar en un ser vivo, un virus con una secuencia genética definida se multiplica acumulando “errores”, de una letra por otra, hasta formar “una nube de mutantes”, distintos los unos de los otros, pero agrupables en “cuasiespecies virales”. La mutación no es un hecho extraordinario para ellos, la mutación es su modus vivendi. Es su manera de funcionar. Cada mutación es como una lotería: sigue un proceso completamente aleatorio. Así que la secuencia genética de un virus se puede leer así: GCTGGTAATGCAACAGAA…


Por contrapartida, se habla también de la existencia de mutaciones “debilitantes”: suelen ser aquellas que, de continuar su proceso regresivo, al final de las etapas los virus se van debilitando hasta extinguirse por su imposibilidad a multiplicarse. En estos casos, las mutaciones definitivamente restan virulencia. Esta observación ha hecho que se inicie una nueva línea de investigación para combatirlos.


Manifiestan algunos virólogos que si se confirma el comportamiento de “nube de mutantes” del nuevo coronavirus, la estrategia para el tratamiento de la enfermedad tendría que ser no con un solo fármaco, ya que sería muy fácil que surjan mutantes resistentes y que los antivirales dejen de funcionar. En los años ochenta y noventa esto resultó patente con el virus del sida. Si un virus realmente tiene este comportamiento de “nube de mutantes”, como lo tiene también el virus del sida, la estrategia debiera ser atacarle al menos con dos fármacos o, si fuera posible con tres, porque un mismo virus tendría que mutar en varios sitios a la vez para escapar de esta mezcla de fármacos. Estadísticamente, las probabilidades de frenar la infección son mucho más altas si se ataca con una combinación de antivirales que si se ataca simplemente con un solo antiviral. 


Las “nubes de mutantes” también tienen implicaciones para las vacunas. Cuando un virus cambia puede dar lugar a fracasos de vacunas. La vacuna de la gripe (tal vez habría que decir “de las gripes”), se renueva cada año porque el virus va cambiando. También puede ser que no sea posible por los momentos desarrollar una vacuna eficaz, como en el caso del virus de la hepatitis C, que tiene unos tratamientos excelentes, pero no existe vacuna.


Como se ha dicho, el covid-19 puede infectar directamente células cercanas o desplazarse a través de pequeñas gotitas que escapan de pulmones o boca, pudiendo desarrollar severas neumonías. La infección causa fiebre a medida que el sistema inmunitario lucha para eliminar el virus. En algunos casos, el organismo puede reaccionar desmesuradamente, pudiendo la persona ahogarse en la propia flema que genera el sistema inmunológico. Las secuelas de haber desarrollado y padecido el covid-19 son muy diversas y pueden variar de un paciente a otro. 


Al estar encapsulados en una película de grasa, los virus se deshacen al contacto con el jabón. De allí la importancia del uso de la solución jabonosa, y del alcohol al 97% con algún gel (en proporción sugerida 3:1).


El covid-19 no es fundamentalmente distinto de los demás virus ya conocidos y tiene un comportamiento parecido en cuanto a ser “nubes de mutantes”. Es un virus ARN y se está viendo lo esperable: cuasiespecies de rápida evolución en la naturaleza. No solamente son “nubes de mutantes”, sino que, si se compara el virus de China con el de Brasil o el de España, todos son distintos, como era de esperar por los investigadores. Si dos personas están infectadas por el nuevo coronavirus, una persona es una “nube de mutantes” diferente de la otra. Esa nube es responsable de lo que se denomina “carga vírica”, es decir, que la agresividad de una infección está relacionada directamente por la cantidad y “calidad” de los virus contenidos en la nube. Esto también ocurre con otros virus que se han estudiado bien, por ejemplo, el de la hepatitis C y otros muchos.


Cuando alguien queda infectado por el virus de la gripe, por ejemplo, si se realizara un análisis de la “nube de mutantes” el primer día, y otro el segundo día después de la infección, los resultados serán distintos. Todo esto parece una cosa revolucionaria y muy nueva, pero hay una explicación: hasta ahora no se tenían buenos métodos para secuenciar lo que hay en una “nube de mutantes”; pero ahora existen técnicas de secuenciación masiva, con capacidad de sacar miles y miles de secuencias genéticas, a veces millones, de una sola muestra biológica.


Parece que, en una misma cadena de transmisión entre personas, el nuevo coronavirus tiene un ritmo de alrededor de dos mutaciones al mes, o sea, alrededor de unas 25 al año, con un genoma de casi 30.000 letras.


Bueno, hasta aquí unas pinceladas sobre la biología básica de los virus y su etiología. Ahora, permítanme exponer algunas curiosidades observadas desde la Psiquiatría. Antes, se hace necesaria una brevísima introducción, enlazando la psiquis con lo somático, porque no se trata de entidades separadas, sino que el ser humano es un organismo unitario, monolíticamente constituido. Soma y Psique, pues, forman una indivisa unidad funcional.


Desde el siglo XIX se sabe que la estructura del cerebro humano puede dividirse, desde el punto de vista anatómico, en cuatro partes diferentes: encéfalo (implicado en el pensamiento consciente y la memoria); cerebelo (que controla patrones motores complejos); diencéfalo (que transmite información de los sentidos al cerebelo y controla el mantenimiento del medio interno u homeostasis) y, finalmente, el tronco encefálico o cerebral (que une el cerebro a la médula espinal y regula el corazón, los pulmones y el sistema digestivo).


Ciertas técnicas de registro de imagen o de estimulación magnética transcraneal evidencian zonas cerebrales que responden o se activan especialmente con ocasión de experiencias mentales superiores, como la conciencia del “yo”, los sentimientos de respuesta moral, la empatía o comprensión de los sentimientos de otras personas, la creatividad, así como las experiencias de trascendencia y espiritualidad (aunque estas últimas puedan darse también en otras áreas cerebrales). Es como si el anhelo por saber quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos estuviera implantado en el diseño del cerebro humano y en la información del ADN que lo engendra.


En la parte central interna del córtex se halla el sistema límbico que hace posible las reacciones emocionales y los sentimientos. Un conjunto de estructuras formadas por el bulbo olfatorio, el hipocampo (relacionado con la memoria), los cuerpos mamilares (que controlan el estado de alerta), un conjunto de fibras llamado fórnix que los conecta con el hipocampo y las amígdalas cerebrales (relacionadas con la memoria emocional y el miedo).


Las emociones son una parte fundamental de la conducta humana que orientan la vida hacia el bienestar y la felicidad, aunque también intervienen -bastante más de lo que se creía hasta ahora- en los procesos del razonamiento.


El hipotálamo se encuentra en el mismo centro del encéfalo y está constituido por una docena de núcleos que son los responsables de conductas fundamentales para la supervivencia. De ellos dependen la sexualidad, la ingesta alimentaria o la agresividad, entre otros comportamientos. El hipotálamo está íntimamente relacionado con la hipófisis, una de las glándulas endocrinas centrales del ser humano y de otros animales, ya que dirige el sistema hormonal más complejo. Controla las hormonas sexuales, las tiroideas, las suprarrenales, las del crecimiento, la oxitocina, la hormona antidiurética, la prolactina y la hormona estimulante de los melanocitos. De manera que el hipotálamo y la hipófisis son como el subcerebro vegetativo de la persona.


Por último, está el tronco cerebral formado por el puente, el cerebelo (que, como se ha señalado, controla patrones motores complejos como el equilibrio o la coordinación motora) y la parte superior de la médula. Funciones automáticas como la respiración, los latidos del corazón, la regulación de la presión arterial, el ritmo circadiano de las fases de vigilia y sueño en función de la segregación de melatonina y, en fin, otros reflejos como estornudar o vomitar dependen de este tronco cerebral.


Tradicionalmente se suponía que el mundo mental se circunscribía exclusivamente al cerebro y sus adyacencias. Sin embargo, la Neurobiología actual acepta que, aunque el cerebro es una pieza fundamental, la mente se remite más bien a todo el cuerpo. Se ha podido comprobar que las emociones suelen estar profundamente visceralizadas. Es decir, que nuestros estados de ánimo pueden afectar directamente al funcionamiento de nuestros órganos y, por tanto, a la solidez del sistema inmunológico. Las actividades mentales suelen influir decisivamente en las vísceras (a eso se le llama “transferencias psicosomáticas”). Al respecto, me viene a la mente una anécdota de papá. Tata contó que cierta vez, durante la II Guerra Mundial, fue destacado junto a otro soldado a custodiar desde dentro el vagón de un tren, por lo que el cerrojo se hallaba afuera. El viaje se prolongó toda la noche. Cuando a la mañana siguiente llegaron al destino y desde afuera abrieron el portón del vagón, el compañero había experimentado tanto miedo toda la noche, que su pelo se había vuelto blanco completamente. Algunos dibujos animados resaltan este singular fenómeno presentando al personaje atemorizado, con los ojos desorbitados, la boca abierta y los pelos parados y de color blanco.


La psicología tradicional asignaba al ser humano el “yo”, el “super-yo” y el “ello”. Algunos neurobiólogos consideran que este modelo psicológico de la mente humana sigue siendo el mejor que se ha propuesto hasta ahora y que la maduración del “yo” depende de una correcta evolución de estas tres instancias freudianas. Hoy día se incluye el “yo somático”, el “yo psicológico”, el “yo ético”, el “yo social” y el “yo maduro” ... Todos ellos se refieren al hecho de que el cerebro no es el único órgano responsable del mundo mental (sano o enfermo), sino que forma parte de todo el organismo con el que está íntimamente relacionado. Otras partes del cuerpo, como el aparato digestivo, la flora intestinal, la piel que recibe sensaciones táctiles o las impresiones visuales que se asimilan al observar un rostro, etc., se integran también en la percepción del “yo”, constituyendo a la persona como una unidad psicosomática.


Aquí cabría plantear la siguiente pregunta: ¿Cuándo, entonces, una enfermedad es psicosomática? El profesor Ignacio Burk, autor del conocidísimo texto de “Psicología, un enfoque actual”, que hemos empleado casi todos los estudiantes venezolanos en bachillerato, responde lo siguiente: “Es más fácil decir cuáles son las enfermedades no psicosomáticas. No lo son las que padecen hombres y animales silvestres por igual: traumatismos, envenenamientos, malformaciones, etc. En lo que respecta a las enfermedades infectocontagiosas, sin embargo, la situación no es tan simple. Mucho depende de la vía de infección”. La fiebre amarilla, por ejemplo, producida por la inoculación del virus por el mosquito “aedes aegipti”, difícilmente tiene que ver con los temores o lo que piensa el sujeto infectado.


No así el cólera. El virión del morbo necesita pasar por el estómago para infectar al sujeto desde el intestino. Siendo el contenido gástrico normalmente ácido, el virión suele ser aniquilado en el mismo estómago. Pero algunos factores como la crónica angustia humana, la pobreza extrema y la mala alimentación, entre otros, inhiben la secreción del ácido clorhídrico del estómago. De este modo, los viriones logran atravesar la barrera gástrica y llegar al intestino, donde se desarrolla la enfermedad.


Es un caso donde la enfermedad se decide desde el psiquismo de la persona afectada. Afirma el profesor Burk que: “De hecho, el cólera ataca precisamente a aquellas personas que más lo temen, por robustos que sean”. “Se sabe con certeza que muchos trastornos digestivos, úlceras gástricas y duodenales, trombosis coronarias e infartos al miocardio, hipertensión arterial, diabetes, alergias, eczemas, asma, etc. se deben a la persistente fustigación emocional de una ‘mente’ mal controlada”.


Para concluir, planteamos la siguiente interrogante: ¿Hasta qué punto contagios como los producidos por el covid-19 y el consecuente desarrollo de la enfermedad se deben a mecanismos de tipo psicosomáticos? Esta es una pregunta difícil, aún para los especialistas y creemos que sólo podrá ser respondida en los próximos lustros por médicos psicólogos, médicos psicosomatólogos y médicos psiconeuroinmunoendocrinólogos, entre otros.