lunes, julio 21, 2014

EL CHE GUEVARA


Todos saben que el «Che Guevara» fue uno de los comandantes que lideró, junto a Fidel Castro, la Revolución Cubana (1953-1959), la cual dio lugar a un nuevo régimen político en el hoy maltrecho país caribeño. Eso sí, no sin cruentas persecuciones y derramamiento de muchísima sangre inocente.

La figura despierta grandes pasiones en la opinión pública, tanto a favor como en contra y, con el tiempo, el personaje  se ha convertido en un símbolo emblemático, casi romántico, en especial para muchos jóvenes incautos e ignorantes. 


En efecto, para muchos de sus partidarios, Guevara representa la lucha contra las injusticias sociales o de rebeldía, mientras que es visto por sus detractores (entre ellos yo) como un CRIMINAL, como él mismo se confiesa que fue, responsable de innumerables asesinatos.

Esta bestia bípeda, fue enemigo acérrimo de Cristo y de su Iglesia. ¿Quién puede dudar hoy que los comunistas, entre ellos los Castro, responsables de la Revolución Cubana, fueron, son y sus seguidores seguirán siendo enemigos de la Iglesia? Si alojan alguna duda, pregunten a obispos, sacerdotes y monjas, que trabajan y se sacrifican hoy mismo por la población más necesitada de Cuba, exponiendo sus pellejos porque en cualquier momento algún soplón del régimen pueda delatarlos o injuriarlos como enemigos de la Revolución, acusándolos de manifestar su antagónico modo de pensar. 

Averigüen la clase de "justicia" que impera en Cuba desde hace más de 50 años. Justicia que, por cierto, fue implementada desde el inicio de la Revolución Cubana por ideólogos, entre los que se encontraba el Che. El mismo que llevan grabado en camisetas algunos matones del régimen venezolano.

Cito un episodio histórico como prueba inequívoca de que este individuo impresentable odiaba al ser humano pero muy especialmente a sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos. Cuando los forajidos barbudos descendieron de la Sierra Maestra, exhibían en sus cuellos y uniformes los rosarios y crucifijos que previamente habían sido suministrados por los religiosos. Lo hacían para que el pueblo se sintiera confiado y no albergara temor alguno hacia ellos. Resultado: sacerdotes, monjas y religiosos fueron los primeros que tuvieron que salir de la isla ¡para salvar la vida! Otros, lamentablemente, no tuvieron la misma oportunidad y fueron sometidos a esa "justicia impecable” de los milicianos cubanos, para terminar fusilados delante del famoso “paredón”.

Y si alguno lo duda, pregunten a sobrevivientes de aquellos tristes acontecimientos o lean las crónicas de la época en las que se narra cómo centenares de opositores, entre ellos clérigos y religiosos cuyo único delito fue denunciar los ultrajes y las violaciones a los derechos humanos más elementales, fueron ajusticiados por ser enemigos de la Revolución. Eso sí (conducta proselitista que repitió Chávez y sus secuaces cuarenta años después), para obtener su cometido que es el poder, expresan claramente una fe cristiana, ostentan signos religiosos y hasta asisten a misa. Algunos, sacrílegamente, se atreven a acercarse al sacramento eucarístico para que el pueblo los observe.


Al principio de sus andanzas no se atreven a confesarse enemigos de la fe y, menos, marxistas-leninistas. Así se conduce el demonio, al que Jesús calificó como « mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8, 44).

Resumiendo, este sujeto no fue más que un sanguinario criminal que, en su momento, empleó los más viles métodos como el asesinato, el secuestro y la extorsión para quitar de en medio a sus opositores. Este despreciable personaje no tiene nada que envidiar a líderes criminales notorios como Fidel Castro, Sadán Husein, Hitler, Stalin o etarras como Txomin Iturbe, José Miguel Beñarán, Argala, José Antonio Urrutikoetxea, Ternera, o Peixoto, entre muchos otros; no porque alcanzó el mismo número de asesinados, sino porque albergaba en su corazón un probado sentimiento necrófilo. Hoy, si viviera el Che, un tribunal justo lo procesaría por crímenes de lesa humanidad. 

Antes de finalizar, presento un hecho histórico. El 18 de febrero de 1957 el guía campesino Eutimio Guerra, acusado de pasar información al enemigo, es enjuiciado por los rebeldes y condenado a muerte. A la hora de la ejecución, sus compañeros no se deciden a pasarlo por las armas, y es cuando el Che se adelanta, extrae su pistola matando de un disparo en la sien a Eutimio. Así anotó el acto en su diario de la Sierra Maestra: “…acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de pistola [calibre] 32, con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un rato y quedó muerto. Al proceder a requisarle las pertenencias no podía sacarle el reloj amarrado con una cadena al cinturón, entonces él me dijo con una voz sin temblar muy lejos del miedo: ‘Arráncala, chico, total…’ 
Eso hice y sus pertenencias pasaron a mi poder.” 

Posteriormente Che escribirá en su Diario: “…ejecutar a un ser humano es algo feo, pero ejemplarizante. De ahora en adelante aquí nadie me volverá a decir el saca muelas de la guerrilla.”



Lean algunas de sus "perlas" dejadas a la masa de los resentidos de todas las épocas:


  • “Hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa.”
  • “Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro.”
  • “¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así.”
  • “Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar.”







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